España diversa
Las fichas del puzle que componían aquel mosaico de estados
medievales aparecían dispersas sobre la mesa. Se rozaban ignorándose,
creyéndose unas con mayor rango que otras, mientras que las hábiles manos de Isabel y Fernando se
apresuraban para ubicar cada una de ellas en el lugar adecuado, evitando en lo
posible enfrentamientos abiertos.
Aquella amalgama de sutiles y complicadas formas, de
tonalidades diversas, de texturas diferentes aunque aparentemente iguales, iba tomando cuerpo; las piezas encajaban unas
con otras no sin dificultad. Los meses corrían veloces como si participaran en
un maratón, con el agotamiento como compañero, deseosos de alcanzar la meta.
El tiempo apremiaba y el puzle permanecía
inconcluso; apenas un número insignificante de fichas aguardaban
su turno, hasta que aquel dos de enero
de 1492, el último reducto musulmán peninsular sucumbió permitiendo dibujar el
perfil de la Alhambra en la construcción. Emergía
un abanico de posibilidades que iría agrandando el tamaño del rompecabezas:
Fernando se afanaría en perfilar la
figura del Gran Capitán en Nápoles, Isabel se lanzó decidida a surcar el
inmenso océano añadiendo las tierras descubiertas al final de la travesía;
ninguno quedaba a la zaga
Y con destreza, ahínco y cariño, aquel gran
puzle donde se dibujaba nuestra nación aparecía completo dejando impresas las
huellas de aquella España diversa,
aquella diversidad de España.
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