martes, 5 de mayo de 2015

Esperanzas rotas





El hedor amargo y
la asfixiante proximidad de los cuerpos
asediaron su razón.


Rebobinó sus catorce años
 intentó alcanzar de nuevo el seno materno,
 mientras sentía cómo el agua iba anegándolo todo;
cuerpos y almas.


Silencios hoscos
transformados en cansados lamentos
macerados por una capa de lloros infantiles.


Llantos hambrientos en los que al fin pudo mecerse,
atrapado entre el espejismo de Occidente
y las fauces de un insaciable océano.